Texto curatorial ”...aún no han descubierto la Tierra como objeto de cuidado, de una política colectiva de salvación terrenal. Para cuidar el planeta, todos debemos hacer una alfabetización ecológica y revisar nuestros hábitos de consumo. Es importante desarrollar una ética del cuidado”. Leonardo Boff
Tapizar el Paisaje, de Rosario López, se sirve de dos historias diferentes para escenificar una narración al unísono sobre las fuerzas que dan forma al paisaje, que lo modifican, construyen o arruinan. Además de incitar a tomar conciencia de estos cambios, el proyecto nos invita a observar a los agentes implicados en estos procesos de transformación y las cuestiones relacionadas con su atención. Expuesto por primera vez en 2019 en Bogotá, Colombia, y fruto de una investigación iniciada en 2017, el proyecto se compone originalmente de tres partes: una serie de fotografías de una fábrica de la industria textil colombiana; una serie de fotografías de un tapiz francés de temática apocalíptica; y una serie de mantas de cuidada superficie con bordados y recortes.
Por un lado, la historia contada por la serie de tapices franceses conocida como Tapices del Apocalipsis (1375-1382). La secuencia de paneles registra, en el tejido, la historia bíblica del apocalipsis en un contexto de la Europa medieval en el que cualquier idea de una “fuerza mayor” podía adquirir una amplia gama de connotaciones: desde las fuerzas espirituales de las creencias religiosas, hasta las fuerzas geológicas de las transformaciones del paisaje, pasando por las fuerzas de la guerra, de las disputas entre grandes potencias y por los territorios. Las desesperantes escenas de la historia del apocalipsis predicen un futuro de destrucción y caos evidente en sus edificios arquitectónicos, destruidos. Por otro lado, la historia de un pasado reciente: una fábrica de la industria textil de San José de Suaitá, en el norte de Colombia, que en su día representó un ambicioso y prometedor proyecto (en parte apalancado por la inversión financiera de origen franco-belga) y que ahora aparece literalmente en ruinas, ante el cierre de la industria, el abandono del edificio y la dispersión de lo que en su día fue una comunidad, que trabajó y vivió allí.
En el entretejido de las historias se hace evidente una yuxtaposición de tiempos, pasados y futuros, y entre sueños utópicos y realidades distópicas: en el lado colombiano de la narración, un proyecto de industrialización que representa la modernización se sintetiza en una fábrica textil… en el lado francés, las huellas de la guerra y las disputas por la dominación (de todo tipo) se sintetizan en una superficie textil que teje la profecía del fin del mundo.
Complementando ambas historias, Rosario se queda en el lenguaje de las telas para explorar una nueva esfera: las mantas se contraponen a las fotografías y puntúan el espacio de la galería con su materialidad. Las mantas de Rosario, usadas y viejas, tienen una textura acentuada por las vetas del tejido, que recorren la superficie como el agua de un río, y de ellas brotan montañas, mapeos de una topografía accidentada. Aquí se encuentran dos universos: el paisaje no construido (comúnmente llamado “natural”) de montañas, ríos y relieves, se encuentra con los entornos construidos por la fuerza humana, las estructuras diseñadas para protegernos a diversas escalas, desde los edificios hasta las más simples mantas en las que envolvemos nuestro propio cuerpo.
Al pensar en el territorio, y observar la variación de escalas entre la protección de lo macro y lo micro, es imposible no reflexionar sobre la situación que nos rodea: actualmente Brasil concentra el mayor número de personas en situación de miseria que ha presentado en la última década y se estima que 32 mil personas viven actualmente en la calle en la ciudad de São Paulo, número que ha aumentado más del 30% en los últimos tres años. La precariedad de vivir en la mayor metrópoli de América Latina (y de todo el hemisferio sur) es incoherente y discrepante. El cuidado, que en las ciudades tiene que ver tanto con la arquitectura como con el tejido social, parece descuidado en toda su extensión. En la exposición de Rosario, es necesario posar la mirada -atención a las minucias y a los matices- en las mantas de las mismas que caen sobre los cuerpos más desprotegidos y despreciados de nuestra sociedad. (5) Leonardo Boff en Saber cuidar: ética de lo humano, compasión por la tierra, 2017. (6)También en Saber cuidar (2017), Leonardo Boff sostiene que “más que al fin del mundo estamos asistiendo al fin de un tipo de mundo”, al hablar de cómo “[e]nfrentamos una crisis generalizada de civilización. Necesitamos un nuevo paradigma de convivencia que establezca una relación más beneficiosa con la Tierra e inaugure un nuevo pacto social entre los pueblos en el sentido de respeto y preservación de todo lo que existe y vive. Sólo a partir de esta mutación tiene sentido pensar en alternativas que representen una nueva esperanza”. Alexia Tala, 2022