Many will perhaps believe that I undertook so long a journey from vanity. I can only say in answer to this—whoever thinks so should make such a trip himself, in order to gain the conviction, that nothing but a natural wish for travel, a boundless desire of acquiring knowledge, could ever enable a person to overcome the hardships, privations, and dangers to which I have been exposed.
IDA PFEIFFER
Mirar el paisaje desde lo alto ha sido una excusa para desplazarme y conocer nuevos territorios y culturas. Me entusiasma la idea de poder observar las elevaciones que presenta la tierra y sus cambios de tonalidades a lo largo y ancho de lo que mi mirada puede abarcar. El paisaje se convierte para mi en una gran superficie horizontal que esta acotado por una línea sinuosa que separa una franja de materia que bien denominamos tierra de otra franja mas etérea o gaseosa que llamamos aire.
Recordando las palabras de Ida Pfeiffer, exploradora austriaca del siglo XIX y su valeroso interés acerca del paisaje, mi intensión es igualmente particular. En cuanto me he esforzado en perseguir esa idea primaria llamada línea del horizonte y advertir que esa línea que me acoge cuando habito el paisaje, define el lugar geográfico como un territorio temporal que he venido a observar.
Mi deseo de interpretar esta experiencia en el Parque Nacional de Uluru y Kata Tjuta en el continente Australiano, se resume con la recolección de fragmentos fotográficos en el paisaje, observándolos y clasificándolos; para posteriormente elaborar a partir de estas fotografías, una serie de objetos escultóricos que traduzcan esta experiencia como objetos de la memoria capaces de relatar una sensación, una textura, una vibración.
El método utilizado en este trabajo de campo fue el recurso fotográfico como soporte mas inmediato de capturar la realidad. De concederle unos limites y de fragmentar el paisaje de acuerdo a mis propios paradigmas en la definición de un territorio. En este orden de ideas, me pregunto acerca del papel que tiene la fotografía para la construcción de un espacio geográfico y si bien puede o no considerarse como un objeto sensible portador de una intensidad inherente en el paisaje?. Me pregunto además, ¿Si la presencia de los objetos escultóricos y su disposición en la galería reconstruyen mi experiencia en el Territorio del Norte? Y por ultimo, ¿ las memorias que traen al presente cada uno de los visitantes que recorran la exposición, podrían reconstruir en su imaginario este lugar geográfico tan distante pero infinitamente atrayente?
Repliegues de la Memoria, un proyecto de Rosario Lopez. (Colombia)
Bogotá D. C., 16 de julio de 2015, Agencia de Noticias UN
A 16,238 kilómetros en el territorio ancestral de Kata-Juta en Australia sobresale una formación rocosa con más de 348 metros de alto. El gran Uluru, el monolito natural más grande del mundo conocido como el ombligo del mundo y lugar sagrado para los aborígenes australianos, recibirá por primera vez a una artista colombiana.
En la explanada del Parque Nacional Uluru-Kata Tjut, la artista Rosario López, cuya esencia es intervenir in situ lugares trascendentales, realizará una serie de fotografías con tres esculturas que se apropiaran temporalmente de este territorio aborigen.
La obra hace parte de “Repliegues de la memoria” un trabajo de investigación que tardó dos años en gestarse y obtuvo una de las becas de creación e investigación de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional.
La primera reunía una exposición presentada a lo largo del mes de Julio que contaba con varias piezas escultóricas en el emblemático Archivo de Bogotá, la artista realizó una muestra propiamente escultórica partiendo de la arquitectura de Juan Pablo Ortiz, en la que jugó con las formas de las tres claraboyas del espacio de exposiciones del Archivo. Diseños geométricos que esconden los ventanales que iluminan sutil y armónicamente el espacio.
De estas formas se desplegaban tres esculturas principales. La primera, una pieza rígida de metal compuesta de hexágonos que creaba espacios vacios permitiendo la entrada de aire y de luz.
De la segunda claraboya, se desestructuraba y descomponía la forma en tres piezas de madera, y en la tercera se apreciaba una formación que se desligaba del techo afectada por la gravedad. Esta última, una composición frágil, que guardaba entre sus intersecciones letras como si quisieran darnos un mensaje y permitía el paso de la luz que creaba pequeños diseños lumínicos en las paredes.
La segunda parte de “Repliegues de la Memoria” se desarrollará en un trabajo de campo que comienza en Agosto en el que la artista llevará las tres esculturas que se inspiraron en el Archivo a Uluru, donde intervendrá el ombligo del mundo, mágico monolito que cambia de color según la inclinación del sol.
Repliegues de la Memoria
La propuesta artística surgió del profundo aprecio que siente López por el Archivo, que además fue Premio Nacional de Arquitectura.
“Siempre me llamó la atención la idea de la ventana, un índice para la arquitectura, un lugar que proyecta el afuera, un lugar que mira el hacía y el a través”
Las ventanas del edificio fueron elementos de inspiración para la artista, quien en su obra se pregunta por la relación de esta estructura que contiene información y memoria.
La particular visión de la artista, en cuanto al Archivo como espacio contenedor en el que se consigna la información relevante a la historia de un país y en este caso de una ciudad. Tiene como factor fundamental la lectura e interpretación de esta memoria que todo el tiempo está tomando forma y transformándose.
“El Archivo, es un lugar que reúne fotografías y documentos históricos, además de la memoria intangible que a todos nos falta indagar y seguir rastreando. Las capas de información están apiladas y en esas capas quedan muchos intersticios, espacios en blanco que aún no sabemos que hay. Lo puedes leer de un modo pero pasan unos años y lo interpretas de otro. La manera como los objetos de un Archivo o de una obra se organicen, dependen de la lectura que hagas”, afirmó la artista.
El montaje de la obra tardó dos semanas y reunió la concepción que tiene ella de sus esculturas como cuerpos, del archivo mismo como un espacio vivo y de la relación que tienen los espectadores cuando visitan y habitan los espacios de exhibición que también albergan secretos.
López trabajó primero la escultura a través de modelado, después en arcilla, luego en yeso y finalmente en bronce antes de hacer la escultura in situ. “A mí me gusta guiar al espectador por etapas. Hay un primer dibujo tridimensional que se hace con metal, luego está la fracturación de madera, y por último una constelación hecha en encolado que es una especie de red y finalmente se muestra que todo surgió de unas pequeñas estructuras hechas en bronce”.
López recalcó que los modelos en bronce los hizo en el taller de fundición de la Universidad Nacional que llevaba 40 años cerrado. En sus palabras, “es retomar de nuevo procesos tradicionales para componer”.
Para Andrés Gaitán, curador de la exposición, López sigue preguntándose por los recovecos y por el aire que contienen esos intersticios. Esta lucarna fragmentada copia la forma de aquel aire y aquella luz encerrándolos como quien guarda un secreto. Es de esta manera que podríamos ver casi con angustia que aquella claraboya es un contrasentido así como lo es el hecho de que un secreto tenga forma… y sin embargo, allí está atrapando en tres grandes e inquietantes fragmentos el aire, la luz y lo que ella ha respirado, visto y oído”.
De esta manera, Rosario López encontró que a partir del racionamiento geométrico, la forma se derivaba en una pieza paisajística. Repliegues de la memoria contrasta con los trabajos anteriores de la artista, ya que explorando la abstracción se llega al paisaje, pero no como en obras anteriores en las que a partir del paisaje encontraba las formas abstractas.
Trayectoria
Rosario López es profesora de la Universidad Nacional y artista plástica y visual. En el 2000 presentó las “esquinas gordas” con el que obtuvo el primer premio en la Séptima Bienal de Arte de Bogotá. Se trató de un trabajo fotográfico de unas esculturas de lugar, que apenas eran una masa sólida de concreto y que le llamó la atención al artista quien transitaba el centro de Bogotá y se encontraba esto de camino a su casa.
La artista se dio cuenta que estas intervenciones de la comunidad convertían un espacio público en privado y que la aceptación de esta masa de concreto en las esquinas, se convertía en patrimonio artístico y cultural del sector.
En el 2007 fue invitada a participar en la Bienal de Venecia, fue la primera vez que Colombia fue invitada a participar en la selección oficial con la obra Abismo.
Al sur de Lima, Rosario encontró una localidad de viviendas abandonadas y señalando el paisaje encontró que estas estructuras poseían un valor escultórico y en lugar de relatar realidades dolorosas se decidió a detallar el vacio que queda y habitamos y congelarlo en el momento fotográfico.
Contrario a lo anterior donde la fotografía servía para ubicar un contexto y hablar de unas fuerzas naturales y las relaciones del sujeto en el paisaje, “Repliegues de la Memoria” es una exposición totalmente escultórica, nada de imagen visual o bidimensional que la artista interpreta como nuevas posibilidades de creación.
IDA PFEIFFER
Mirar el paisaje desde lo alto ha sido una excusa para desplazarme y conocer nuevos territorios y culturas. Me entusiasma la idea de poder observar las elevaciones que presenta la tierra y sus cambios de tonalidades a lo largo y ancho de lo que mi mirada puede abarcar. El paisaje se convierte para mi en una gran superficie horizontal que esta acotado por una línea sinuosa que separa una franja de materia que bien denominamos tierra de otra franja mas etérea o gaseosa que llamamos aire.
Recordando las palabras de Ida Pfeiffer, exploradora austriaca del siglo XIX y su valeroso interés acerca del paisaje, mi intensión es igualmente particular. En cuanto me he esforzado en perseguir esa idea primaria llamada línea del horizonte y advertir que esa línea que me acoge cuando habito el paisaje, define el lugar geográfico como un territorio temporal que he venido a observar.
Mi deseo de interpretar esta experiencia en el Parque Nacional de Uluru y Kata Tjuta en el continente Australiano, se resume con la recolección de fragmentos fotográficos en el paisaje, observándolos y clasificándolos; para posteriormente elaborar a partir de estas fotografías, una serie de objetos escultóricos que traduzcan esta experiencia como objetos de la memoria capaces de relatar una sensación, una textura, una vibración.
El método utilizado en este trabajo de campo fue el recurso fotográfico como soporte mas inmediato de capturar la realidad. De concederle unos limites y de fragmentar el paisaje de acuerdo a mis propios paradigmas en la definición de un territorio. En este orden de ideas, me pregunto acerca del papel que tiene la fotografía para la construcción de un espacio geográfico y si bien puede o no considerarse como un objeto sensible portador de una intensidad inherente en el paisaje?. Me pregunto además, ¿Si la presencia de los objetos escultóricos y su disposición en la galería reconstruyen mi experiencia en el Territorio del Norte? Y por ultimo, ¿ las memorias que traen al presente cada uno de los visitantes que recorran la exposición, podrían reconstruir en su imaginario este lugar geográfico tan distante pero infinitamente atrayente?
Repliegues de la Memoria, un proyecto de Rosario Lopez. (Colombia)
Bogotá D. C., 16 de julio de 2015, Agencia de Noticias UN
A 16,238 kilómetros en el territorio ancestral de Kata-Juta en Australia sobresale una formación rocosa con más de 348 metros de alto. El gran Uluru, el monolito natural más grande del mundo conocido como el ombligo del mundo y lugar sagrado para los aborígenes australianos, recibirá por primera vez a una artista colombiana.
En la explanada del Parque Nacional Uluru-Kata Tjut, la artista Rosario López, cuya esencia es intervenir in situ lugares trascendentales, realizará una serie de fotografías con tres esculturas que se apropiaran temporalmente de este territorio aborigen.
La obra hace parte de “Repliegues de la memoria” un trabajo de investigación que tardó dos años en gestarse y obtuvo una de las becas de creación e investigación de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional.
La primera reunía una exposición presentada a lo largo del mes de Julio que contaba con varias piezas escultóricas en el emblemático Archivo de Bogotá, la artista realizó una muestra propiamente escultórica partiendo de la arquitectura de Juan Pablo Ortiz, en la que jugó con las formas de las tres claraboyas del espacio de exposiciones del Archivo. Diseños geométricos que esconden los ventanales que iluminan sutil y armónicamente el espacio.
De estas formas se desplegaban tres esculturas principales. La primera, una pieza rígida de metal compuesta de hexágonos que creaba espacios vacios permitiendo la entrada de aire y de luz.
De la segunda claraboya, se desestructuraba y descomponía la forma en tres piezas de madera, y en la tercera se apreciaba una formación que se desligaba del techo afectada por la gravedad. Esta última, una composición frágil, que guardaba entre sus intersecciones letras como si quisieran darnos un mensaje y permitía el paso de la luz que creaba pequeños diseños lumínicos en las paredes.
La segunda parte de “Repliegues de la Memoria” se desarrollará en un trabajo de campo que comienza en Agosto en el que la artista llevará las tres esculturas que se inspiraron en el Archivo a Uluru, donde intervendrá el ombligo del mundo, mágico monolito que cambia de color según la inclinación del sol.
Repliegues de la Memoria
La propuesta artística surgió del profundo aprecio que siente López por el Archivo, que además fue Premio Nacional de Arquitectura.
“Siempre me llamó la atención la idea de la ventana, un índice para la arquitectura, un lugar que proyecta el afuera, un lugar que mira el hacía y el a través”
Las ventanas del edificio fueron elementos de inspiración para la artista, quien en su obra se pregunta por la relación de esta estructura que contiene información y memoria.
La particular visión de la artista, en cuanto al Archivo como espacio contenedor en el que se consigna la información relevante a la historia de un país y en este caso de una ciudad. Tiene como factor fundamental la lectura e interpretación de esta memoria que todo el tiempo está tomando forma y transformándose.
“El Archivo, es un lugar que reúne fotografías y documentos históricos, además de la memoria intangible que a todos nos falta indagar y seguir rastreando. Las capas de información están apiladas y en esas capas quedan muchos intersticios, espacios en blanco que aún no sabemos que hay. Lo puedes leer de un modo pero pasan unos años y lo interpretas de otro. La manera como los objetos de un Archivo o de una obra se organicen, dependen de la lectura que hagas”, afirmó la artista.
El montaje de la obra tardó dos semanas y reunió la concepción que tiene ella de sus esculturas como cuerpos, del archivo mismo como un espacio vivo y de la relación que tienen los espectadores cuando visitan y habitan los espacios de exhibición que también albergan secretos.
López trabajó primero la escultura a través de modelado, después en arcilla, luego en yeso y finalmente en bronce antes de hacer la escultura in situ. “A mí me gusta guiar al espectador por etapas. Hay un primer dibujo tridimensional que se hace con metal, luego está la fracturación de madera, y por último una constelación hecha en encolado que es una especie de red y finalmente se muestra que todo surgió de unas pequeñas estructuras hechas en bronce”.
López recalcó que los modelos en bronce los hizo en el taller de fundición de la Universidad Nacional que llevaba 40 años cerrado. En sus palabras, “es retomar de nuevo procesos tradicionales para componer”.
Para Andrés Gaitán, curador de la exposición, López sigue preguntándose por los recovecos y por el aire que contienen esos intersticios. Esta lucarna fragmentada copia la forma de aquel aire y aquella luz encerrándolos como quien guarda un secreto. Es de esta manera que podríamos ver casi con angustia que aquella claraboya es un contrasentido así como lo es el hecho de que un secreto tenga forma… y sin embargo, allí está atrapando en tres grandes e inquietantes fragmentos el aire, la luz y lo que ella ha respirado, visto y oído”.
De esta manera, Rosario López encontró que a partir del racionamiento geométrico, la forma se derivaba en una pieza paisajística. Repliegues de la memoria contrasta con los trabajos anteriores de la artista, ya que explorando la abstracción se llega al paisaje, pero no como en obras anteriores en las que a partir del paisaje encontraba las formas abstractas.
Trayectoria
Rosario López es profesora de la Universidad Nacional y artista plástica y visual. En el 2000 presentó las “esquinas gordas” con el que obtuvo el primer premio en la Séptima Bienal de Arte de Bogotá. Se trató de un trabajo fotográfico de unas esculturas de lugar, que apenas eran una masa sólida de concreto y que le llamó la atención al artista quien transitaba el centro de Bogotá y se encontraba esto de camino a su casa.
La artista se dio cuenta que estas intervenciones de la comunidad convertían un espacio público en privado y que la aceptación de esta masa de concreto en las esquinas, se convertía en patrimonio artístico y cultural del sector.
En el 2007 fue invitada a participar en la Bienal de Venecia, fue la primera vez que Colombia fue invitada a participar en la selección oficial con la obra Abismo.
Al sur de Lima, Rosario encontró una localidad de viviendas abandonadas y señalando el paisaje encontró que estas estructuras poseían un valor escultórico y en lugar de relatar realidades dolorosas se decidió a detallar el vacio que queda y habitamos y congelarlo en el momento fotográfico.
Contrario a lo anterior donde la fotografía servía para ubicar un contexto y hablar de unas fuerzas naturales y las relaciones del sujeto en el paisaje, “Repliegues de la Memoria” es una exposición totalmente escultórica, nada de imagen visual o bidimensional que la artista interpreta como nuevas posibilidades de creación.